martes, 1 de abril de 2014

Ahora tú tienes tu vida.

No sabes lo que tienes hasta que lo has perdido. Nunca supiste lo que valía. Supongo que tampoco llegaste a tenerme del todo. Ahora sólo hay una mesa vacía en lugar de dos cervezas frías y un cenicero a rebosar en mi mesita de noche. Desde que saliste por esa puerta los cigarros antes de dormir me acompañan en mi cama de 90 cada día.

Las palabras que no dijiste se las llevó el viento con destino olvido y aquí sólo quedaron un par de camisetas viejas que me dejabas para dormir. Pero ya tampoco duermen conmigo. Siguen desprendiendo un olor muy familiar. Y no es el de la colonia que nunca usaste.

A pesar de que fuiste tú quien salió corriendo, sigo siendo yo la que todavía te pregunta cómo llevas la maratón. Creo que si me dejaras todavía te llevaría una botella de agua a la línea de meta. Olvido con tanta facilidad que continúo poniendo dos platos sobre la mesa creyendo que volverás para la hora de la cena. Y sigo comprando el mismo vino que trajiste tú la primera noche. Esa en la que cociné mis mejores platos, y tú, saboreabas cada instante.

Ahora vuelvo a medir mis palabras sin saber si escribirte o si cualquiera de mis frases estará ya fuera de lugar. Tan lejos como el lugar al que te has marchado. La eterna problemática de nuestra joven generación. Ver el icono de conectado en el chat de facebook o en línea del whatsapp. Mismas mierdas con distinto nombre que te hipnotizan de mala manera con las manos en el teclado dispuesta a atacar como una leona a su presa justo en el momento adecuado.

Ahora tengo sobre la mesa un cactus que no pincha. Parece que todos en esta casa hemos perdido el papel de nuestra vida. Siempre creí que estaba la primera en tu lista de personas favoritas, pero ahora veo que ni siquiera rozaba el podio. Ni creo que te pares a pensar ni un minuto si estaré bien, o si al final la cuchilla ha ido en vertical porque ya no tenía ninguna atención que llamar.

Acumulo tantas horas del día vacías y tan distintas que parece que la vida que estoy viviendo ahora no es la mía. Guardé tantos vídeos graciosos que te quería enseñar en distintas pestañas de mi navegador que al final se terminó apagando el ordenador y yo me eché a llorar sabiendo que no podría volver a encontrarlos. Como si nada hubiera pasado y aún quisieras verlos a mi lado.

Un día me juré que si tú morías yo me iría contigo. Por ahora sigues vivo, pero yo ya no existo. Tampoco he tenido el valor de optar por el corte vertical. El dejarme tirada ha sido decisión tuya así que es decisión mía la de seguir viviendo. Y te juro que estoy en ello.



Ahora tienes tu vida, y dudo que se parezca mucho a la mía. Yo sigo esperándote con la mesa puesta y dos copas llenas en la cocina. Habrá que celebrar que hoy ha ganado tu equipo, ¿no?.