Siempre estamos en el mismo punto. Sabes cual es la sensación de golpearte siempre contra un muro de 5 metros de grosor y caerte al suelo. Y a pesar de la ostia, levantarte y volver a chocarte con el mismo muro. A miles de km de mi pasado, de mis historias y de lo que yo misma denominaba mi mala suerte. A miles de km de el sexo sin amor, de las mañanas incomodas y de las mamadas en rincones oscuros pensé que todo seria diferente. Pero siempre es la misma mierda pero en idioma diferente.
Siempre me decían, eres mas fría que el hielo y tu cobardía impide que alguien llegue a quererte. Que cada gintonic que bebes te aleja un metro de la realidad ,que el resquemor en la garganta tras una noche hablando con millones de desconocidos, besándote con algunos y un punto de drogas duras es solamente el recuerdo de las equivocaciones.
Aqui, decidi ver la vida desde otro tipo de prisma. Del prisma del calor humano, de estar dentro de las normas sociales de comportamiento, donde el sexo por el sexo no existe y según las malas lenguas soy un poco fácil
Decidi abrirme y le conocí. Jamas pensé que alguien como el me pudiera ni tan siquiera gustar. Salia de mi patron. Del que me había autoimpuesto. Y allí estaba el, con su fina ironía y su forma de ver el mundo. El escalofrío que me recorre la espina dorsal cada vez que me roza la espalda y las ganas que se crean cuando frenas. Y pensé que al fin algo me iba a salir bien. Que por fin dejaría de caer en caída libre por las escaleras y ya no comprendería lo que me quieren decir los cantautores. Que Quique iba a dejar de ser mi compañero de batallas.
Pero no, hasta los chicos buenos son malos. Frenan cosas que ni tan siquiera existen,
Asi que aquí estoy, volviendo a los bares y a los rincones mas oscuros.