sábado, 25 de octubre de 2014

Vomitándole encima a las musas.

Yo,
Que ni música, ni musa, ni princesa.
Ni baldosas amarillas, ni lencería.
Ni querida ni valorada.

Ayer salí a comerme el mundo pero acabé volviendo borracha. El desorden de calcetines en mi cajón parece la metáfora de mi rutina. Porque me cosí una vida a base de retales y ahora no hay ninguna pieza que encaje.

Más efectivo que el bromuro es saber que nunca diste un duro por mí. Y la pornografía solo son escenas que se suceden sabiendo de antemano el final y que contigo no volverán a repetirse.

Más solitaria y triste que un patio de colegio un día de lluvia. No sé si el aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo, pero aquí no veo más que gusanos comiendo carne muerta. Ahora que soy 65% agua y 35% desechos. Ahora que lo único duro que meterme a la boca son los chicles para morder la ansiedad.

Cola de caballo para la retención de líquidos, como si con las lágrimas no bastara. Ascensores llenos de gente que no se mira a los ojos. Cigarros en la puerta del colegio. Vómitos en la acera. Una moneda que siempre cae de canto. Un sujetador con relleno. El follar por follar aunque mi coño ya no lubrica por mucho que lo toquen. Hilo musical. Comida basura. Cuchillos de plástico y tetas de silicona. Pastillas azules. Orgasmo unilateral en pareja. Desconocidos que antes se conocían muy bien. Colonias que aconsejan en el envase su uso externo, como si el alma corrompida no oliera a mierda. Dormir para acortar los días. Beber para aliviar los llantos. Andar para escapar de ti mismo y terminar encontrándote de frente. La resaca del que ha bebido tus vientos.

No sé si el resto de los relojes van adelantados o es el mío el único que da bien la hora. No puedes cocinarme tu mejor plato y alimentarme poniéndome la cuchara en la boca para luego decirme que nunca tendré derecho a otro de tus bocados. Porque no me lo merezco. Que todos viven pendientes de su ombligo, y hace ya mucho tiempo que nadie me levanta la camiseta para acariciar el mío. Que meto tantas veces la cabeza debajo del agua que ya me considero anfibio. 

Ayer vi pasar el 6 y me quede mirando como un perro abandonado en la cuneta. Implorando una explicación. Con la sed del asfalto quemándome los talones. Y es que aquí nunca pasa nada aunque pasen rápido las semanas y muy lentas las noches. Que prefiero el silencio al ruido. Que al fin y al cabo estoy igual de sola. No me planteo el suicidio, siempre fui un poco cobarde, pero si me cuesta respirar sin llorar, imagínate seguir viviendo. Ya me siento más tumba que persona, aunque sólo sea por mi silencio. Y ya no hay desprecio, sólo bruma de los días que se fueron. Y de las voces no queda ni el eco. No ser nadie para nadie no sé en qué lugar del puto mundo me coloca. Como fingir ser cuerpo sin tener sombra. Como la corrupción sin política. Que no es sólo un mal año. Que ya me han hecho tanto daño que tendría que formatear y empezar otra vida.

Estoy tan cansada que no consigo levantarme de esta apatía cómoda. De esta rutina de 20 metros cuadrados de patio y ventanilla. Madrugar. Buscar trabajo. Intentar dormir. Llorar. Madrugar. Buscar trabajo. Desgraciadamente, no podemos seguir teniendo en cuenta tu candidatura para este puesto ya que tu perfil no encaja con los requisitos que estamos buscando. Te deseamos suerte en tus sucesivas búsquedas de empleo. Beber. Recordar. Recordarte. Camisetas de chico para ocultar mi cintura y las marcas donde me agarraste. El reflejo de lo que fuimos follando en la pantalla de tu televisor.

Vago por las calles como la estrella del rock trasnochada que nunca supo tocar la guitarra. Las ojeras siempre fueron mi marca personal desde la infancia. No entiendo por qué los ingleses no distinguen entre ser y estar cuándo son dos cosas completamente distintas o al menos pueden ser excluyentes. Me siento más sola que el último trago de un tercio ya caliente. ¿Cuántas lagrimas tienen que desbordar para adelgazar un kg? ¿Cuántas pérdidas tienes que anticipar para aprovechar el momento? Qué pena que quien te duele y te mata es la única persona que te puede dar consuelo. Igual que se me olvida que hay otra vida los domingos por la mañana lejos de la cama y tu resaca; o al contrario. Nadie apostó nunca por mí aunque fuera fácil recuperar la inversión, y el último caballo se pagara 10 a uno. Al final me acabaron partiendo igual las piernas.


Hace tres días que le eché el cerrojo a mi puerta para que no pudiera entrar nadie. Pero tampoco he vuelto a oír el sonido del timbre.

3 comentarios:

  1. Buenisima entrada!
    me encantó tu quinto parrafo "Colonias que aconsejan en el envase su uso externo, como si el alma corrompida no oliera a mierda."
    Saludos y suerte con todo .Por aqui nada anda mucho mejor

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