Es jueves, pero para mí como si fuera domingo. Domingo de resacas no divertidas, de arrepentimiento y de dolor de barriga. Domingo de bilis que sube desde el fondo de tu estómago hasta tu boca. Domingo de mierda.
Últimamente mi vida es un domingo permanente. A pesar de que no debería quejarme, que soy una chica teóricamente afortunada no puedo salir de estos dias blancos. Dias de nada. De no hacer nada, no sentir nada. Dias de falta de motivación cuando tienes todas las motivaciones para seguir adelante.
Mi vida se resume en fin de semana de exceso, de gintonics inacabados y de dias de despúes de arrepentirme.
Soy la última calada del cigarro que no le gusta a nadie, el gintonic aguado, el vestido que nadie compra en rebajas. Soy esa llamada que haces a las 4 de la mañana, el polvo en la recámara, la otra con la que te levantas lamentándo la noche anterior mientras llamas a tu novia. Soy la que se equivoca, la que la caga y no hay nadie que este a mi lado para ayudarme a no caer.
Soy la canción que a nadie escucha, la sonrisa ladeada tras la anestesia del dentista, la canción del verano que solamente dura dos míseros meses. Soy las medias rotas, las uñas con el pintauñas descascarillado.
Sigo pensando, mientras escucho a Quique. Bendito Quique y benditos cantautores. La vida con un punto dramático siempre será mejor. Viva la jodida incoherencia. Creo que no entiendo nada, ni a nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario