Tengo 23 y nada que ver tienen con
los 26 de Andrés Suarez en los que es feliz así. Esa canción no vale para mí y
tampoco necesito a nadie. Siempre me he encargado yo de proporcionarme mis
propios orgasmos, y ahora leo como hace tiempo no hacía, encontrando en otras
historias la mía. Paso de Wells a Goethe, de Bukowski a García Lorca, y tiro
porque me toca. Y lo que toca es tirarme, porque del más puro romanticismo al
canallismo sólo hay golpe de dados.
Hace tiempo que no me emborracho
hasta llegar al clímax de la más absoluta inconsciencia y del más lejano
olvido; aunque aún no se hayan tumbado todos los naipes sobre esa mesa con tapete verde y humo de habano. Ya apenas
recuerdo los domingos de resaca que se esperan sin deseo, a pesar de que esa sea
una de las peores esperas.
Domingos de insurrección, que no de
resurrección, porque por cada día siete veo aún más cercana mi muerte
definitiva. Esa en la que realmente deje de respirar. Por el momento sigo
intentando coger aire.
Siempre tengo sed y me paso la vida
salivando. Quizás tenga mono de algo, pero no sé de qué si ya he dicho que yo
me proporciono mis propios orgasmos.
Entre el no estar mal y el estar
bien hay un abismo lleno de lamentos al que ya nos hemos habituado. El día que
pueda responder con un Bien, será cuando pueda volver a dejarme el pelo largo,
pero ayer fui a la peluquería y volví a raparme al cero.
Ese estable estado en el que estaba
sumergida de libertad ha dado paso a mi antiguo estado apático y desesperanzador.
Sólo duró un par de semanas. La duración media que tienen las cosas bonitas que
han ido pasando por mi vida. No debería sorprenderme. Nadie cambia. Si ya a los
8 años escribía en mi diario lo puta que era la vida, cómo voy a cambiar el
punto de mira a los 23. Es imposible.
Qué rápido vuelve la tristeza. Casi
tan rápido como las minifaldas al llegar la primavera. Como esta sensación de soledad
y vacío de habitación de hospital por la noche. La soledad de nadar a contracorriente
sin nadie que sienta como tú este viaje cuesta arriba. Sin nadie que comparta
tus intereses.
Con este calor sólo tengo ganas de
bajar las persianas y volver a dormir
hasta que amanezca un día con buenas noticias. Pero no sé qué noticias serán
esas. Cómo no me voy a agobiar pensando en el futuro si no me gusta cómo se
está desarrollando el presente. Cómo voy a poder cambiar mi futuro si no salgo
de casa porque no existe nadie que me acompañe en la barra. Ahora todos beben
con otra. O todas beben con otro.
Hará un mes que no me hago la raya
del ojo, ni que me pinto los labios, y hasta veo algo de romanticismo en mis
oscuras ojeras. Las bragas de abuela se han convertido en mi perfecto fondo de
armario. Ahora siempre opto más por la
comodidad que por la sensualidad. Y repito que tengo 23 años.
Tengo 23 y aún no sé lo que es
salir a cenar en pareja. Ni lo que es follar todos los fines de semana, o el
dormir 2 horas entresemana enfrascada en una interesante conversación. No sé si
la primera cita sigue siendo en el cine ni si a estas edades se siguen
aprovechando las últimas filas para meterse mano en lugar de disfrutar de la
película. No sé lo que es pasar un fin de semana entero con esa persona
mientras se come comida basura, o se devoran entre ellos.
No sé lo que es despertarse sin
resaca al lado de un cuerpo conocido.
Ya no hay esperanzas en esta
habitación con las persianas bajadas. Tengo 23 y soy una tullida repudiada en
lo que a relaciones sentimentales se refiere, mientras el resto de mis amigos
enfermos han recobrado la salud e incluso el paralítico corre enamorado. Y creo que sigo sin necesitar a nadie.
Que doloroso es leerte, mas aun cuando uno se siente identificado, cuando poca gente comparte itereses con uno porque estan fuera del mundo capitalista y feliz que nos quieren vender. Si te sirve de consuelo (te lo dice una persona con un sentido aspero de la vida) no te pierdes de mucho sin relaciones sentimentales. No digo que no las tengas.
ResponderEliminarSaludos
pd: a riesgo de sonar pathetico dire que eres la primera seguidora de mi blog y te estoy enormemente agradecido.
te dejo una canción, así me siento yo http://www.youtube.com/watch?v=oiHzgMlRt38
Muchísimas gracias. Te estoy sumamente agradecida. Es extraño sentirse tan arropada por un desconocido. Supongo que algo de razón tendrá el dicho de Mal de muchos consuelo de tontos. No conocía a Corcobado pero a partir de ahora indagaré un poco. La canción es perfecta.
ResponderEliminar