viernes, 21 de marzo de 2014

Tengo 23.

Tengo 23 y nada que ver tienen con los 26 de Andrés Suarez en los que es feliz así. Esa canción no vale para mí y tampoco necesito a nadie. Siempre me he encargado yo de proporcionarme mis propios orgasmos, y ahora leo como hace tiempo no hacía, encontrando en otras historias la mía. Paso de Wells a Goethe, de Bukowski a García Lorca, y tiro porque me toca. Y lo que toca es tirarme, porque del más puro romanticismo al canallismo sólo hay golpe de dados.

Hace tiempo que no me emborracho hasta llegar al clímax de la más absoluta inconsciencia y del más lejano olvido; aunque aún no se hayan tumbado todos los naipes sobre esa mesa con  tapete verde y humo de habano. Ya apenas recuerdo los domingos de resaca que se esperan sin deseo, a pesar de que esa sea una de las peores esperas.

Domingos de insurrección, que no de resurrección, porque por cada día siete veo aún más cercana mi muerte definitiva. Esa en la que realmente deje de respirar. Por el momento sigo intentando coger aire.

Siempre tengo sed y me paso la vida salivando. Quizás tenga mono de algo, pero no sé de qué si ya he dicho que yo me proporciono mis propios orgasmos.

Entre el no estar mal y el estar bien hay un abismo lleno de lamentos al que ya nos hemos habituado. El día que pueda responder con un Bien, será cuando pueda volver a dejarme el pelo largo, pero ayer fui a la peluquería y volví a raparme al cero.

Ese estable estado en el que estaba sumergida de libertad ha dado paso a mi antiguo estado apático y desesperanzador. Sólo duró un par de semanas. La duración media que tienen las cosas bonitas que han ido pasando por mi vida. No debería sorprenderme. Nadie cambia. Si ya a los 8 años escribía en mi diario lo puta que era la vida, cómo voy a cambiar el punto de mira a los 23. Es imposible.

Qué rápido vuelve la tristeza. Casi tan rápido como las minifaldas al llegar la primavera. Como esta sensación de soledad y vacío de habitación de hospital por la noche. La soledad de nadar a contracorriente sin nadie que sienta como tú este viaje cuesta arriba. Sin nadie que comparta tus intereses.

Con este calor sólo tengo ganas de bajar  las persianas y volver a dormir hasta que amanezca un día con buenas noticias. Pero no sé qué noticias serán esas. Cómo no me voy a agobiar pensando en el futuro si no me gusta cómo se está desarrollando el presente. Cómo voy a poder cambiar mi futuro si no salgo de casa porque no existe nadie que me acompañe en la barra. Ahora todos beben con otra. O todas beben con otro.

Hará un mes que no me hago la raya del ojo, ni que me pinto los labios, y hasta veo algo de romanticismo en mis oscuras ojeras. Las bragas de abuela se han convertido en mi perfecto fondo de armario.  Ahora siempre opto más por la comodidad que por la sensualidad. Y repito que tengo 23 años.

Tengo 23 y aún no sé lo que es salir a cenar en pareja. Ni lo que es follar todos los fines de semana, o el dormir 2 horas entresemana enfrascada en una interesante conversación. No sé si la primera cita sigue siendo en el cine ni si a estas edades se siguen aprovechando las últimas filas para meterse mano en lugar de disfrutar de la película. No sé lo que es pasar un fin de semana entero con esa persona mientras se come comida basura, o se devoran entre ellos.

No sé lo que es despertarse sin resaca al lado de un cuerpo conocido.


Ya no hay esperanzas en esta habitación con las persianas bajadas. Tengo 23 y soy una tullida repudiada en lo que a relaciones sentimentales se refiere, mientras el resto de mis amigos enfermos han recobrado la salud e incluso el paralítico corre enamorado. Y creo que sigo sin necesitar a nadie.

2 comentarios:

  1. Que doloroso es leerte, mas aun cuando uno se siente identificado, cuando poca gente comparte itereses con uno porque estan fuera del mundo capitalista y feliz que nos quieren vender. Si te sirve de consuelo (te lo dice una persona con un sentido aspero de la vida) no te pierdes de mucho sin relaciones sentimentales. No digo que no las tengas.
    Saludos
    pd: a riesgo de sonar pathetico dire que eres la primera seguidora de mi blog y te estoy enormemente agradecido.
    te dejo una canción, así me siento yo http://www.youtube.com/watch?v=oiHzgMlRt38

    ResponderEliminar
  2. Muchísimas gracias. Te estoy sumamente agradecida. Es extraño sentirse tan arropada por un desconocido. Supongo que algo de razón tendrá el dicho de Mal de muchos consuelo de tontos. No conocía a Corcobado pero a partir de ahora indagaré un poco. La canción es perfecta.

    ResponderEliminar