martes, 10 de diciembre de 2013

No fue una coincidencia.

Lleno los márgenes de mis apuntes con recuerdos tuyos.
Y la tinta de mi boli Bic ya está gastada de tanto pensarte.
No consigo explicar por qué te escribo tantas palabras si no te mereces ni una sola de mis caricias.
Ni cómo consigo terminar una frase, si apenas recuerdo ya tu sonrisa.

Estoy cansada de tirarme suicida desde un décimo piso
y de tirarme a cualquieras tras cerrar cualquier bar.

No enciendo el móvil desde que dejé de esperar tu llamada.
Esa es la única certeza que tengo agarrada por la nuca.
Que no llamarás.

(Ni me escribirás.
Ni te acordarás de mí cuando pidas otra ronda.
Ni cuando beses a otra.)

Mientras yo seguiré juntando palabras
y llenando folios dedicados a aquella sonrisa.
La tuya.

Me miento al creer que todas esas mamadas necesitan un mínimo reconocimiento.
O las veces que te corriste conmigo.
O sobre mí.
O sin mí pero conmigo.

Porque fue lo único que hicimos.

Fantaseo con que mis sueños puedan agarrarse fuerte al aro de tu pendiente.
Porque gilipollas es el adjetivo que mejor me describe.

Sé que nunca seré tu musa,
aunque seguramente no me merezca un solo verso.
Pero me muero de celos porque los versos de otros siempre tengan que hablar de ti.

Y odio esta puta debilidad tan falta de reciprocidad.

Me gustaría que nos escondiéramos en la trinchera de tu habitación
bien aprovisionados de cerveza,
escuchando a los Beatles,
contándonos vergonzosas confidencias
y sin dejar jamás que se enfriara nuestra cama. 

Porque me gustaría que algún día tu cama pudiera ser NUESTRA.

Me gustaría verte despertar alguna vez
en lugar de tener que irme mientras duermes.
Porque no estoy hecha para esa fría despedida.
O la caliente que pudiera ser, siendo a la vez mentira.

Me gustaría que me pasearas por la calle de tu mano,
en lugar de la barra al baño.
Y agarrarte del pelo tirando fuerte,
hasta que gritaras aquello de: joder jefa
que murmuraste en aquel cuarto.

Me gustaría que me comieras
con el ansia de la última fila de butacas de cualquier sala de cine.
Y que me lo comieras de cine.
Mientras la protagonista de aquella película se corre cuesta abajo y sin frenos.

Por último me gustaría que me vieses idiota.
Inocente.
Ilusionada.
Adolescente.
Apasionada.
Confidente.
Entregada.
Inteligente.

Y decirte,
que la siguiente certeza,
es que quiero que sepas,
que soy mejor que otra cualquiera.

Y si alguna vez me ves enfadada,
quiero que me beses,
y comprendas
que la similitud entre follarme y fallarme no era mera coincidencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario