martes, 10 de diciembre de 2013

Sueño que eres.

Eres el gintonic sin tónica que nos pusieron en aquel bar. El perro callejero que no necesita compañía. El chulo que guiña un ojo a la camarera para no tener que pagar la mitad de las copas. Quien nunca me llama pero siempre pide que me quede. Al único que dejo llamarme nena.

Eres el dulce chute de azúcar tras un amargo amarillo. La brisa de la calle en la cara cuando estoy al borde del coma etílico. El placer del primer café de la mañana y de la última calada del último cigarro de la noche.

Eres el recuerdo de cerveza ya caliente que descansa al final del tercio. Eres las reglas de mi juego favorito en el que sé exactamente cómo tirar el dado para ganar la partida. Eres el momento de la noche en el que pierdo la cuenta de mis copas.

Eres un solo de Keith Richards y una canción de Extremoduro. Eres un cantautor con copa de whiskey en la mano. Eres el ibuprofeno de resaca y el placer de dormir en mi cama después de un festival. Eres la eterna copa a medias y el insolente sol que entra por tu ventana con cada despedida.

También eres la felicitación de cumpleaños que nunca llegó. El príncipe encantado de una sola noche. Mi Sid Vicious  sin ocupar yo el papel de Nancy. Y eres mi multa de tráfico por exceso de velocidad cuando yo solo quiero correr y correrme contigo…

Entonces me despierto, con la diestra cobijada al calor de mis bragas.

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